Felipe Martínez Chávez
Cd. Victoria, Tamaulipas.- A raíz del asesinato de un exalcalde, el municipio de Burgos se dio a conocer más allá de las fronteras y no precisamente por el trabajo de su gente, sino la corrupción de funcionarios públicos locales.
Un centaveo con “copete” que lastima conciencias, que hiere a la gente de buen corazón porque es uno de los municipios más depauperados y, para vergüenza del sistema, nadie ha pagado con bote.
Los alcaldes no han robado “poquito” como El Layín, de Nayarit, sino muchote. Diríase que asaltos en despoblado.
Son datos que permanecieron en el baúl del olvido hasta la muerte reciente de Jorge Eleazar Galván García, presidente del pueblo entre 2018-2024, cuando medios y redes voltearon la mirada hacia esa región de Las Tamaholipas.
El PAN exige el esclarecimiento de los hechos, evidentemente para lucrar, sacar tajada política. Hasta entonces se dieron cuenta que había hechos delincuenciales.
Se les olvida decir que el señor Galván estuvo cinco años en el poder, dos periodos, y dejó una larga cola de corrupción que el Congreso del Estado ya no podrá recuperar.
Burgos es un pueblo con poco más de cuatro mil habitantes, con un presupuesto de 65 millones anuales a 2025, todo a disposición de los rapiñeros.
¿Panistas? el PAN no tiene comité municipal. Según el RNM el padrón municipal es de 16 activos que se incorporaron en San Fernando.
Igual, necesario decir que el hoy fallecido se dio de alta en el PAN en 2022, ya como presidente por segunda ocasión. Había sido priísta toda la vida. Llegó por la coalición prianista que ganó con Marco Polo Garza en 2016, como ramalazo de los vientos huracanados.
Otro dato: Burgos es de los pocos municipios donde no se ha dado alternancia en los mandos locales, todos llegaron con la bandera tricolor. Es aquí donde, en 2029, podrían estar celebrando con bombo y platillo el primer centenario de partido único. Pocos o el único en esa condición.
Ni a quién echar culpas de otros partidos. Han tenido la canasta de las galletas por 96 años seguidos. El historial de ladrones no se le debe a otros partidos, ni Morena ni Movimiento Ciudadano. Un ex alcalde y su tesorero tienen orden de aprehensión y la Fiscalía los anda buscando con edictos cuando todo el pueblo sabe que viven en Victoria.
Mucho que ver un cacicazgo pernicioso, centavero, “carroñero” por utilizar las palabras de la dirigente estatal de Morena, Lupita Gómez, auspiciado por la Central Campesina Independiente (CCI por sus siglas en Totonaca), aliada del PRI “hasta el último peso” en oro macizo.
Demasiado ruido mediático de los contras azules, obligó a la dirigencia guinda a decir en rueda de prensa que, cuando los hoy celosos guardianes de la seguridad pública estaban en el poder estatal, por conveniencia fueron incapaces de denunciar la violencia que azotó a Burgos durante el cabecismo.
A la caída del Revolucionario como partido dominante, los cabecillas de la CCI le dieron la puñalada y se entregaron en cuerpecito y alma al PAN.
Hoy es alcalde Marco Polo Garza Martínez postulado por siglas panistas, mas no es militante.
Lo fue por primera vez en periodo 2013-2016 directamente por las siglas priístas. Dos veces jefe de Obras Públicas municipales hacen suponer que ha sido el poder tras el trono.
En abril de 2017 fue denunciado ante la PGJ del Estado por “robar” ¿de qué otra manera se le puede llamar? 640 mil pesos que descontó a los trabajadores del ayuntamiento por concepto de impuestos, que no recibió Hacienda federal pero que tampoco ingresaron a Tesorería.
Todo un bandido pero Don Irving, entonces Procurador y luego Fiscal, se cruzó de brazos. Hacienda les cobró otra vez a los empleados.
Otra cosa: Los atentados no solo han sido enderezados contra los panistas. En julio de 2021 “desapareció” el ex candidato a la alcaldía de Burgos, Rómulo Martín Flores Aldape, abogado de profesión, postulado por Juntos Haremos Historia.
Fue un secuestro. A pesar de que su familia pagó rescate, desde entonces no se le ha vuelto a ver. Ni modo que esté vivo.
Era alcalde el hoy muerto a balazos, pero nunca pasó por su cabeza exigir a la autoridad esclarecer los hechos, ni al gerente estatal del PAN, Luis “Cachorro” Cantú, que ahora se rasga las vestiduras y grita.
La lista de irregularidades de Galván García es larga, según las auditorías del panista Auditor Superior del Estado, Jorge Espino Ascanio. Debe haber encontrado tanta corrupción que no se aguantó de levantar cargos. Cuando la perra es brava hasta los de casa muerde.
En ejercicio 2017 Ascanio reportó irregularidades por 14.3 millones del alcalde Jorge Eleazar, en 42 observaciones. Por poco y carga con todo el presupuesto.
A 2018 hasta 22 observaciones por 3.5 millones. No pasaron las cuentas a pesar del Auditor “carnalito”. En 2020 bailaron 669 mil pesillos de los que no se halló en qué se utilizaron, y en 2022 la cifra fue de 8.3 millones que pudieron haberse utilizado en la campaña política del “carnalito” Marco Polo.
Mejor la dejamos, si seguimos sale más cochambre.
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