Por Juan de Dios Esparza
Cd. Victoria, Tamaulipas.- Pasaron ya casi 30 años pero su recuerdo sigue en el corazón de los tamaulipecos.
De aquellas generaciones no hay quién no conociera a Américo Villarreal Guerra, recibió un saludo con la caballerosidad que lo distinguía, o algún beneficio de los programas de su gobierno.
El ingeniero civil nació con emoción social en sus venas y, con voluntad y trabajo, la plasmó por los rincones de Tamaulipas, desde la costa a altiplano, ya con la construcción de carreteras o dotación de sistemas de agua potable, compra de tiros de bestias para el sector rural o los apoyos deportivos para generar campeones.
Su gobierno marcó un hito en la historia que no ha podido ser igualado y menos superado por administraciones posteriores.
Como nadie, en el sexenio realizó 113,300 obras y acciones, que no “fantasmas” porque la comunidad participó en cooperación a través del programa Voluntad y Trabajo, médula espinal de su plan de gobierno, con efectivo o trabajo al 50 por ciento del costo.
Sabiendo que su dinero no sería robado por los funcionarios, la gente mostró disposición, fue partícipe directa del programa de obras que significó el último gobierno honesto y transparente.
“El pueblo decide qué hacer, aporta su esfuerzo y el gobierno lo apoya”, decía el ingeniero victorense experto en temas hidráulicos.
Madrugador y desvelado, Américo fue el último gobernador que atendió sin distingos a grupos y personas en el lugar en que se encontrara. Recibió en Palacio desde empresarios a la clase popular.
Sencillo y afable, cordial en su trato y con esa sonrisa que sigue grabada en la memoria colectiva generacional, manejaba su vehículo como cualquier ciudadano o recorría a pie la calle Hidalgo de la capital, para buscar le lustraran su calzado en la plaza de la Constitución.
Tenía prisa por el progreso. Como nadie recorrió los caminos de Tamaulipas preocupado por los problemas, buscar soluciones y apurar obras. Realizó más de 700 giras a los municipios para mantener contacto permanente con la ciudadanía. Ocultarse y rehuir a los problemas no era lo suyo.
Nutría decisiones de gobierno con la misma esencia del pueblo al que se debía. Concedió más de 15 mil audiencias a coterráneos que, en la desesperación de no encontrar solución a sus males, pedían hablar con él como primera autoridad.
En el peor de los casos, cuando sanar una enfermedad era imposible, generó esperanza y aliento solidario.
AVG, EL BENEFACTOR DE LA ZONA ÁRIDA
Supo combinar la política con la técnica para llevar satisfactores a comunidades sedientas y pobres.
Logró la construcción de 320 kilómetros de acueductos para agua de uso doméstico, entre ellos presa Vicente Guerrero-Ciudad Victoria que sigue en uso desde hace más de 30 años y, sin él, no hubiera sido posible aliviar la sed de los capitalinos.
En la zona árida se convirtió en el benefactor de poblaciones abandonadas de la mano de Dios y sus gobernantes.
Quien fue jefe de la Junta Estatal de Aguas y Saneamiento, Antonio Navarro Beltrán, recuerda que AVG fue el gestor de la perforación de los pozos profundos que existen en el Valle de Tula. Varios de ellos fueron localizados geológicamente por él mismo como técnico, ex trabajador y funcionario de la secretaría de Recursos Hidráulicos, donde hizo carrera desde abajo hasta los niveles más altos de la estructura.
Al inicio de la administración, los pozos de Tula funcionaron con bombas acopladas a motores de combustión interna, los cuales fueron cambiados por equipos eléctricos. Se destinaron al riego y para dotar de agua a comunidades.
En los primeros 100 días de su administración se rehabilitó y se puso en operación el sistema múltiple de agua del propio Valle. Posteriormente quedó incorporado el pozo Cardoncitas para reforzar el suministro a la cabecera tulteca.
De aquella época dos sistemas más que Américo puso en funcionamiento: Vázquez Gómez-Mamaleón-Calabacillas, y San Pablo, El Coronel, Padilla, Lázaro Cárdenas.
En Bustamante hizo las obras que llevaron el vital líquido a Nuevo Progreso y Las Albercas, y se reforzó el suministro de la cabecera y varios ejidos más.
Ni se diga en Miquihuana, se construyó sistema de agua que benefició San Juan y Estanque de los Eguía y otros poblados. Quedó inaugurado por el Presidente Carlos Salinas de Gortari, en tanto se reforzó el abasto para Altamira y la cabecera municipal mediante un manantial.
De esa misma sufrida región, Palmillas no escapó a los beneficios del gobierno de Américo Villarreal Guerra. Quedó incorporado un pozo para la cabecera municipal y el sistema múltiple de san Rafael, entre otros.
AMÉRICO, POR ESOS CAMINOS DE DIOS
Incansable, AVG recorría esos caminos de Dios acompañado solo de tres o cuatro colaboradores, los necesarios para elaborar proyectos y ejecutarlos de inmediato sin egoísmos, como es el caso del acueducto de 88 kilómetros que llevó agua a 22 comunidades de Tamaulipas y San Luis Potosí, entre ellas Celso Huerta, Nuevo Padilla, Caudillos del Sur y Lázaro Cárdenas, en Tula.
En San Fernando el acueducto de 50 kilómetros que beneficia a Praxedis Balboa, La Carbonera, Carbajal, Punta de Piedra y Punta de Alambre, asentamientos ubicados en la zona de la laguna.
El gobierno de Villarreal Guerra no fue de ocurrencias sino de realidades y así lo recuerdan en Jaumave, Bustamante, Palmillas, Miquihuana y Tula, donde entregó 592 tiros de bestias al “uno y uno”, un animal comprado por el beneficiario y otro por el gobierno.
“Kilo por kilo” es otro programa que distinguió a su gobierno, surgido de las demandas de los productores. A través de él llegó un millón de kilogramos de semilla de maíz y frijol para sembrar 47 mil hectáreas de esas regiones otrora abandonadas.
Los apoyos a la ganadería no se quedaron atrás. En el sexenio entregó alambre de púas para circular 4,970 kilómetros de tierras y se perforaron 232 pozos para abrevaderos.
Al medio rural llegaron por igual 5,450 colmenas y 16,600 abejas reinas para incrementar la producción mielera.
Fue quien concluyó la carretera Ocampo-Tula, un sueño de los habitantes de esta región para comunicase e intercambiar productos con la zona cañera de Xicoténcatl-El Mante.
El sexenio de AVG construyó 1,700 aulas, 97 laboratorios y 209 talleres con más de tres mil anexos educativos, tanto en zonas urbanas como rurales.
A través del programa “El Ultimo Tirón”, también inspiración suya, permitió la terminación de 20,200 viviendas, aparte de las de Infonavit y Fovissste.
El recuerdo del último gobernador honesto y trabajador sigue en la mente, cariño y afectos de los tamaulipecos de aquellas y las nuevas generaciones.
Después de concluir su mandato, en 1993, siguió viendo en la medianía como ingeniero jubilado de la más tarde SAGARPA, y realizando proyectos hidráulicos y de agua potable como lo hizo toda su vida.
Vivió casi los 80 años. Nació el 3 de abril de 1931 y dejó de existir el 23 de junio del 2010.
Américo fue y es ejemplo para los hombres del poder, con los pies en la tierra, sin mareos ni soberbias, atento a los problemas de sus semejantes.
Su hijo, el cardiólogo Américo Villarreal Anaya, formado en el seno de ese hogar con profunda emoción social, sigue los mismos pasos.
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