El regreso de los muertos vivientes

Antonio Arratia Tirado

Cd. Victoria, Tamaulipas.- Este domingo 6 de junio, día de elecciones en México, significará 24 horas de desasosiego nacional porque los ciudadanos seremos testigos de una batalla épica, en la que se batirán dos mundos totalmente divergentes que, irónicamente, han convivido en una simbiosis en la que muy pocos han ganado y la gran mayoría de los mexicanos ha perdido, incluso hasta la dignidad.

El regreso de los muertos vivientes es un hecho histórico, porque nadie en sus cabales habría supuesto siquiera que los dueños de México salieran de sus aposentos para defender lo que a la luz de sus intereses les pertenece, por obra y gracia de su linaje trasnochado.

Disfrutando de las enormes fortunas ganadas a la mala se dispusieron a hibernar, confiados en que sus gatos de angora serían lo suficientemente inescrupulosos, nefastos y gandallas para garantizarles una eterna zona de confort, alejada de los pobres, hambrientos y zarrapastrosos mexicanos, cuya miserable vida gira en torno a  un balón de futbol o de los programas chatarra de las televisoras nacionales, su primer cordón de seguridad encargado de diseñar cajas chinas o de socavar cualquier intento de pensamiento libre.

En esas estaban cuando los despertó la pesadilla.

Sus gatos de angora que ocuparon los sillones presidenciales y dirigieron los partidos políticos en los últimos años se volvieron tontos y soberbios y bajaron la guardia.

Irrumpió entonces el tirano, el dictador, el mesías, el presidente mal vestido, naco, tartamudo.

En suma, el gacho y malo de la película ocupó Palacio Nacional y en ellos apareció el rencor y el odio, pero sobre todo el miedo a perder sus fortunas acumuladas en tantos años de expoliar a los mexicanos.

Azorados, veían como los nacos, los mugrosos y hambrientos de México empezaron a creérsela y a exigir tapiar con muros de acero las catacumbas habitadas por las momias, los zombis y los vampiros que desde hace unos 30 años han desangrado al país y que hoy vuelven, con un solo objetivo en común: derribar, tumbar y derrocar al tirano que osó arrebatarles el sueño con la peregrina idea de dar a los pobres un poco de lo que ellos se negaron a proveerles.

La operación de los muertos vivientes empezó hace meses y el que a sus ojos e intereses es un tirano empezó a pelear las primeras batallas con los escleróticos ejércitos sembrados por los depredadores, enquistados en el INE, la SCJN y en otros organismos satélites, cuyas nauseabundas fauces siempre fueron alimentadas con apestosa pero abundante carroña pecuniaria.

El triunvirato de gatos azules, tricolores y amarillos, a los que se encargó la embestida política y electoral muy pronto enseñó el cobre y se percató de algo que siempre les fue ajeno: el hambre es cabrona y concita odios, rencores y afanes de venganza.

Ocupados en tratar de salir del fondo de todas las encuestas, esos tres partidos cayeron en la cuenta de que habían fracasado solo cuando los patrones, los dueños del país, los muertos vivientes, los depredadores, las sanguijuelas, los chupasangre y un largo etcétera empezaron a tirar carroña a sus nuevos ejércitos.

El Señor X y sus secuaces fueron presa de la temblorina y armaron otro frente de batalla. Su triunvirato político y electoral sollozaba como una niña despojada de su muñeca, y optó por llamar a la guerra a las huestes internacionales.

Empezaron  los mísiles de los medios de comunicación de Europa y de Estados Unidos. Los nacionales ya habían sido derrotados apenas con simples dardos lanzados desde la trinchera de “las mañaneras.

Y nada pasaba.

Desesperados, los atildados parásitos a las órdenes de los dueños de las trasnacionales decidieron bajar un escalón más al inframundo y revivieron al Señor de las Barbas, al Señor de la Mariguana, al Señor de la Guerra y del Alcohol.

Y las cosas seguían igual o peor.

Seres de esa calaña concitaban más odio y desprecio que algún dejo se simpatía entre la mayoría de las masas populares, hambrientas y desencantadas.

Entonces decidieron echar más leña a la lumbre.

Y llamaron a la jerarquía de la Iglesia Católica.

El resto de las sectas y demás denominaciones religiosas han comido siempre de su mano, mismas que por un momento hicieron a un lado los pecados de la carne y con gusto se lanzaron a la yugular del dictador, del mesías, del tirano que amenaza con incendiarlos en la hoguera de la pobreza.

Y en esas están.

Todo eso se decide este domingo.

Los muertos vivientes se han lanzado a la carga con todas las armas y el dinero del mundo, no solo dispuestos a conservar sus canonjías sino a aumentar sus caudales con el presupuesto público que se controla desde la Cámara de Diputados.

El otro ejército -que ve al tirano, al naco, al tartamudo, al jodido que mejor lo representa como su salvador y su última oportunidad de sobrevivencia-, solo cuenta con un arma, que para acabarla de amolar es  de papel.

Sin embargo, cuando se sabe usar, esa arma es letal.

Multiplicada es capaz de derribar murallas de muertos vivientes, de depredadores, de zombis y de ratas de alcantarilla.

Esa poderosa arma se llama voto, y desde la mañana de este 6 de junio será desenfundada.

Luego sabremos el parte de batalla, que en otras palabras significará el destino de este país, que avanza a tropezones entre episodios trágicos y de comedia.

Correos electrónicos: anton5004(@)hotmail.com y anton5004(@)gmail.com